¡Jesús encontró y amó a las
pequeñas ovejas perdidas, a las sedientas, a los pecadores que sabían que
necesitaban ayuda y agradecidos la recibían; no a los santurrones que "no
tenían necesidad de médico"! ¡Poca esperanza hay para los que están
satisfechos con la vida que llevan!
No hay en el mundo persona más difícil de
conquistar para el Señor que el hombre íntegro, que se cree bueno y que no le
hace falta Dios. ¡A veces la gente más culpable deli es la que está más
profundamente engañada, que está segurísima de su inocencia! Se alegran de que
"no son como el pecador", ¡cuando la verdad es que son peores!
(Lc.18:11)
¡Pero hay otros que sí están ansiosos de
conocer las Buenas Nuevas, que quieren oír y tienen corazones sedientos, y
cuando les ofreces la verdad, la reciben, la creen, la aceptan y siguen a
Jesús! Si están dispuestos a admitir y confesar que necesitan ayuda, ¡le darán
a Dios la ocasión de hacer los milagros que necesiten!
Para todos los desdichados, los que buscan,
los sedientos y deseosos de lo espiritual, El ha hecho esta promesa:
"¡Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos
serán saciados!" (Mt.5:6)
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