Y todo lo que hacéis, sea de
palabra o de hecho, hacedlo todo para la gloria de Dios. (1Co.10:31; Col.3:17)
¡No perdamos, pues, el verdadero significado de la Navidad ni dejemos nunca que
el auténtico simbolismo del árbol y el verdadero espíritu de Cristo que dio
origen a la Navidad se vea ahogado por toda la confusión de este mundo y su
superficialidad! ¡Glorifiquemos al Señor!
El propio árbol de Navidad se puede llegar a
emplear como prueba y testimonio ante los demás, como símbolo de la belleza de
la vida y lo viviente. Durante el invierno, los árboles de hoja perenne son
--aun en medio de la muerte y las cosas marchitas--símbolo de la vida eterna.
Pese a los rigores del invierno, las plantas de hoja perenne sobreviven,
conservan su verdor y siguen vivas y hermosas a lo largo de toda la temporada
invernal. ¡Son idénticos al Señor! ¡Haz que el árbol sirva como recuerdo de Jesús,
el árbol perenne del Espíritu; de Jesús, el imperecedero y eterno Dios de los
Cielos; de Jesús y sus dones del Espíritu que nos adornan continuamente, y de
nuestra inmortal y perenne vida eterna! Cuanto más glorifique a Jesús, cuanto
más ensalce a Cristo, ¡mejor!
"¡Se vive Navidad en las tiendas, en las
calles y en la aglomeración; ¡pero la Navidad auténtica, es la que está en el
corazón!"
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