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jueves, 12 de septiembre de 2013

23 de diciembre: ¡El verdadero sentido de la Navidad no tiene por qué perderse en el árbol de Navidad!


 Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo para la gloria de Dios. (1Co.10:31; Col.3:17) ¡No perdamos, pues, el verdadero significado de la Navidad ni dejemos nunca que el auténtico simbolismo del árbol y el verdadero espíritu de Cristo que dio origen a la Navidad se vea ahogado por toda la confusión de este mundo y su superficialidad! ¡Glorifiquemos al Señor!
             El propio árbol de Navidad se puede llegar a emplear como prueba y testimonio ante los demás, como símbolo de la belleza de la vida y lo viviente. Durante el invierno, los árboles de hoja perenne son --aun en medio de la muerte y las cosas marchitas--símbolo de la vida eterna. Pese a los rigores del invierno, las plantas de hoja perenne sobreviven, conservan su verdor y siguen vivas y hermosas a lo largo de toda la temporada invernal. ¡Son idénticos al Señor! ¡Haz que el árbol sirva como recuerdo de Jesús, el árbol perenne del Espíritu; de Jesús, el imperecedero y eterno Dios de los Cielos; de Jesús y sus dones del Espíritu que nos adornan continuamente, y de nuestra inmortal y perenne vida eterna! Cuanto más glorifique a Jesús, cuanto más ensalce a Cristo, ¡mejor!

             "¡Se vive Navidad en las tiendas, en las calles y en la aglomeración; ¡pero la Navidad auténtica, es la que está en el corazón!"

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