¡Renunció a Su ciudadanía celestial, y siendo rico, se hizo pobre por
amor a nosotros, para que a través de Su pobreza nosotros fuésemos
enriquecidos! Jesús no sólo tuvo que bajar a mezclarse con nosotros, ¡sino que
tuvo que ser uno de nosotros! Tuvo que incorporarse a la sociedad humana.
Vino como una criatura mansa y apacible, débil
e indefensa. No solamente se adaptó a nuestra forma corporal, sino que además se
hizo a los modos de vida humana. El era humano. Se cansaba, le daba hambre, se
fatigaba. ¡Todas esas cosas le afectaban igual que a nosotros, pero sin que
cometiera pecado alguno, para que pudiera ser un buen Sumo Sacerdote,
compadecerse de nosotros, saber cómo nos sentimos, comprender cuando tenemos
los pies doloridos y estamos agotados... ¡saber cuándo ya no aguantamos más!
Dios envió a Jesús para que se convirtiese en ser humano y pudiera así
transmitirnos mejor Su amor, comunicarse con nosotros en el plano inferior de
nuestro entendimiento humano, ¡y tener más misericordia y paciencia con
nosotros que el propio Dios! ¡Imagínate!
"¡El conoce nuestra condición y se
acuerda de que somos polvo!" (Sal.103:14), ¡porque El mismo se puso en esa
condición, la sufrío y murió en ella por amor a nosotros! ¡Bajó y se puso a
nuestra altura para poder llevarnos con El y elevarnos a la Suya! ¡Qué milagro,
todo por amor a nosotros!
Ese amor es el verdadero, el incondicional! Imitar a Cristo es el llamado, pero qué difícil es!! Solos no podemos, con Cristo todo lo puedo!
ResponderEliminar