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jueves, 6 de enero de 2011

25 de febrero


«¡Ya no ardo yo, mas arde Cristo en mí!»

¿Sabes cuál es el principio físico de la vela? En realidad lo que arde no es la mecha, sino la cera. Y en las lámparas de aceite, el principio es el mismo: ¡tiene que arder el aceite, no la mecha, pues sin aceite, la mecha desaparecería!
Muchas veces nos esforzamos demasiado, trabajamos excesivamente y tratamos de hacerlo todo con nuestras fuerzas, cuando lo que deberíamos hacer es dejar que el Señor arda, dejarlo fluir a Él a través de nosotros, ¡dejarlo arder a Él! Si ardemos nosotros, nos consumiremos muy pronto. ¡Pero si permites que arda Él durarás mucho más! ¡Deja que arda el aceite, el Espíritu Santo! ¡Ese es el secreto de la mecha!
¡La mecha debe sumergirse profundamente en el aceite! La mayor parte de la mecha se sumerge en el aceite, pero sólo una parte queda expuesta al aire y a la llama. ¡Es el aceite mayormente lo que arde, y casi nada la mecha, muy poco, puesto que el aceite fluye a través de la mecha cuando está sometida y sumergida profundamente en el aceite! ¡Es entonces que da una luz clara y brillante a toda la casa, con la belleza de Su perfección, en la santidad de Su luz! ¡Pues no ardo yo, mas arde Cristo en mí! ¡Y la vida que ahora vivo, la vivo mediante la fortaleza del Señor que vive en mí! (Gál.2:20; Mat.5:14-16)

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