TRADUCTOR DE LA PAGINA EN OTROS IDIOMAS

domingo, 27 de febrero de 2011

12 de mayo


Es prudente aguardar.

No lograrás gran cosa para el Señor si te esfuerzas por hacerlo todo apoyado en la fuerza carnal y en ti mismo, en lugar de detenerte y pensar: «Veamos, Dios, ¿qué quieres Tú que haga?» Uno de los mayores problemas que tenemos casi todos es sacar conclusiones precipitadas y tomar decisiones repentinas e irreflexivas sin aguardar al Señor. ¡Así que no te precipites a actuar con tus propias fuerzas, impacientemente y olvidándote de orar! ¡Busca al Señor! No saques conclusiones rápidas, pensando: «Pues claro, es evidente que tenemos que hacer esto». Pregúntale al Señor y asegúrate primero.
¡Y recuerda que Dios casi nunca está apresurado! Sus mayores obras toman tiempo. Dios demora en hacer crecer una flor, y hasta para pintar un atardecer. Así que cuando no estés convencido de algo y no hayas comprobado que sea voluntad de Dios, lo mejor que puedes hacer es aguardar a que el Señor te lo revele de alguna manera.
«¡Aguarda al Señor, cobra ánimo y aliéntese tu corazón! Porque los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas», ¡en vez de agotarse! «Levantarán alas como las águilas. Porque los que han creído han entrado en el reposo.» (Sal.27:14; Isa.40:31; Heb.4:3)

No hay comentarios:

Publicar un comentario