Si sientes amor de verdad, ¡no puedes presenciar impasiblemente un caso de necesidad! ¡No puedes pasar indiferentemente junto al pobre hombre del camino de Jericó! ¡Te ves impulsado a actuar, como lo hizo el buen samaritano! (Luc.10:30-37) No basta con decir: «¡Lo siento mucho, qué pena!» ¡La compasión debe manifestarse en los hechos! En una ocasión, Jesús estaba muy cansado y trató de evitar a la multitud y alejarse para descansar un poco, pero la gente prácticamente lo asediaba. Y luego de verlos, ya no pudo descansar, porque la Biblia dice que «tuvo compasión de la multitud, y sanó a todos los que acudieron a Él» (Mat.14:13,14; Mar.6:31-34).
¡No puedes decir que crees en algo si no lo demuestras, si no lo practicas! Debemos aplicar el amor como Dios quiere que lo hagamos: «Con todo tu corazón, con toda tu mente y con todas tus fuerzas» (Mat.22:37). Lo cual supone preocuparse de veras e interesarse de corazón, y no decir: «Te quiero mucho», y luego marcharse y olvidarse de todo; no decir: «Id, calentaos y saciaos, cuando tienes contigo qué darles» (Stg.2:16). ¡El amor, si no se aplica de manera física, es como «la fe sin obras, que es muerta»! (Stg.2:26; 1Jn.3:18) Demuestra amor y compasión agregando gestos de bondad a tus bondadosas palabras. ¿Amén?
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