No hace falta que te eches de rodillas al
suelo para poder orar. Pues de hecho, en todo lo que haces deberías orar y
tener puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de tu fe.
Orar es como respirar, como respirar
constantemente el Espíritu Santo. ¡Mantente en todo momento en comunicación con
el Señor, pensando en El constantemente, y El te ungirá y te guiará con Su
Espíritu en todo lo que hagas! ¡Si oras por cada cosa que haces y le pides a
Dios que te dé sabiduría, El prometió que te la daría!
El Señor puede ahorrarte un montón de trabajo
y tiempo si tan sólo oras antes de comenzar cualquier tarea. Ora y pídele al
Señor que te ayude y te guíe, aunque sólo se trate de una palabra:
"¡Jesús, ayúdame, por favor!" Puedes orar en una fracción de segundo
y recibir la respuesta a tu oración enseguida, ¡pero si te apoyas en tu propia
prudencia o en tu propia sabiduría tal vez cometas un error lamentable!
De modo que "¡ora sin cesar!"
(1Tes.5:17) Consúltalo todo con el Señor, cada problema, cada decisión, y
asegúrate de estar haciendo lo que El quiera que hagas. "¡Reconócelo en
todos tus caminos, y él enderezará tus veredas!" (Pro.3:6)
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