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jueves, 23 de diciembre de 2010

31 de enero


Cristo está a la puerta de tu corazón suplicando que le dejes entrar.

Jesús es la imagen misma de la paciencia, la calma, el amor, la bondad y la mansedumbre. Es la imagen de la ternura; nos arrulla suavemente, como una paloma. Él acude a los corazones abiertos, receptivos y ansiosos de recibirle. Busca los corazones humildes, sencillos y contritos, pero resiste a los soberbios (Luc.1:53; 1Pe.5: 5b). Él espera con amor y paciencia a la puerta de tu corazón; no se impone, ni fuerza su entrada. Simple­mente espera a que abras tu corazón y lo invites a entrar.
Jesús prometió: «He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él» (Ap.3:20). ¡Cuando le abres la puerta a Jesús, Él siempre entra! ¡Desea ocupar todo espacio creado para Él! ¡Si abres tu corazón, Su Espíritu de amor entrará a raudales!
¡A Jesús puedes recibirlo ahora mismo, junto con lo que ofrece, que es todo, si simplemente oras y le pides que entre en tu corazón trayendo amor, vida, libertad, verdad, paz, abundancia y felicidad, que Él te dará ahora y para siempre! Pídele simplemente: «¡Jesús, entra en mi corazón! Creo que eres el Hijo de Dios. Te ruego que perdones mis pecados y me ayudes a amarte a Ti y al prójimo, y a hablarles a los demás de Ti. En el nombre de Jesús, amén.»

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