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jueves, 23 de diciembre de 2010

30 de enero


¡Señor, líbranos del espíritu de excesiva «laboriosidad», de estar demasiado ocupados para prestarte atención a Ti y a Tu Palabra!

Para poder aprender lo que el Señor desea enseñarte, tienes que, como en un paso a nivel, parar, mirar y escuchar, ¡o serás arrollado por los afanes de esta vida, en vez de estar rebosante de Su Verdad, Su amor y Su gozo! ¡Si avanzas con excesivo empuje o prisa, es posi­ble que no llegues a ninguna parte! Perderás la relación con el Señor y con nuestra Central celestial. Te sucederá como al gatito del que la niña dijo: «¡Mami, el gatito se durmió y dejó su motor encendido!» ¡Es posible que sigas movién­dote a pesar de estar dormido espiritualmente, aunque sin lograr nada, «como quien golpea el aire»! (1Cor.9:26)
«¡Sin las fuerzas del Maestro no podrás realizar la obra del Maestro!» ¡Y para obtener esas fuer­zas, debes pasar tiempo con Él! El Señor dijo que sólo una cosa es necesaria: sentarse a Sus pies y apren­der de Él. ¡A quienes escogen esa buena parte nunca les será quitada! (Luc.10:42) ¡Por eso, si te falta tiempo para orar, estás excesivamente ocupado! ¡Si no puedes dedicar­le unos momentos a solas a Dios, y orar, estás demasiado atarea­do!
¡Así pues, «dedica tiempo a la santidad»! ¡Para ser íntegramente Suyo! Él dice: «Estad quietos y conoced que Yo soy Dios. ¡En quietud y confianza será vuestra for­taleza!» (Sal.46:10; Isa.30:15)

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