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sábado, 8 de enero de 2011

2 de marzo


«No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.» (Gén.2:18)

A pesar de que Adán tenía al Señor y al mundo entero para sí en el Huerto del Edén, ¡no estaba totalmente contento ni satisfecho sin una mujer! Observó a todos los animales tratando de decidir no sólo cómo habría de llamarlos, sino también cuál podría hacerle compañía. Pero ninguno podía satisfacer plenamente sus necesidades, y por eso Dios creó finalmente una ayuda idónea -y encantadora- para él, ¡lo cual sin duda había sido intención de Dios desde el principio! ¡En esos momentos Adán ya debía de sentir una necesidad de compañera bastante angustiosa, pero tal vez el Señor tuvo que ayudar a Adán a que viera y comprendiera su necesidad para que pudiera apreciarla cuando por fin la tuvo ante sí!
¡Dios hizo dormir a Adán, le quitó una costilla e hizo de ella una mujer! ¿Por qué no lo hizo de un hueso de su cabeza? En ese caso tal vez ella habría querido ser cabeza del hogar. ¿Por qué no la hizo de un hueso de su pie? Tal vez él hubiese querido pisotearla. ¡Dios tomó un trozo de Adán que estaba muy cerca de su corazón, para que ella también estuviera cerca de su corazón!
Dios sabe que todos necesitamos compañía, una ayuda constante a nuestro lado. Y si esperamos y somos pacientes, Dios siempre nos dará la pareja adecuada, ¡y entonces sí que la apreciaremos!

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