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sábado, 8 de enero de 2011

3 de marzo


¡Una de las cosas más importantes que tendrás que aprender es esperar a que el Señor obre!

Si no sabes qué hacer, ¡páralo todo! ¡Lo peor que se te puede ocurrir, cuando no sepas qué hacer, es seguir adelante! Ese fue el error del rey Saúl, ¡por el que perdió completamente el reino! Mira bien antes de saltar, ¡y tal vez ni siquiera tengas que hacerlo!
A veces el tiempo resuelve muchos problemas: unos cuantos minutos, unas cuantas horas, o unos cuantos días, ¡y nos encontramos con que Dios lo ha resuelto todo sin nuestra ayuda! ¡Dale una oportunidad a Dios! ¡Dale tiempo! ¡Espera en el Señor! Dedica tiempo a escuchar a Dios, y Él dedicará tiempo a resolver el problema.
Cuando no sepas adónde ir, ¡no te muevas! Si uno fuera conduciendo un automóvil en la neblina y ésta llegara a ser tan densa que impidiera por completo la visibilidad, uno no continuaría la marcha como si nada. Detendría el vehículo a un costado del camino y esperaría. ¡No avanzaría hasta que se disipara la neblina y pudiera ver claramente el camino!
¡Aminora la marcha! ¡Para! ¡Mira! ¡Escucha! ¡Y espera! ¡No servirá de nada que trates de abrirte paso a empujones y forzar la situación! Él dice: «¡Estad quietos y conoced que Yo soy Dios! Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas.» (Sal.46:10; Pro.3:6)

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