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martes, 4 de enero de 2011

22 de febrero


Tu tarea principal es escuchar al Rey:¡Parar, mirar y escuchar!

No le corresponde al Rey ir tras sus súbditos, dándoles voces y gritos para ver si hacen lo que les pide. ¡No esperes de Él que te persiga dándote con una Biblia en la cabeza para obligarte a prestar atención! Por el contrario, tú debes acudir ante Él callada y respetuosamente, con sinceridad, presentarle temblorosamente tu petición y aguardar en silencio la respuesta.
Si estás en una habitación llena de gente, donde hay un televisor encendido, y todos alzan la voz por encima de su volumen, por más alto que esté, el sonido del aparato se perderá en el bullicio. ¡Y el Señor, a diferencia del televisor, se calla si no le escuchas! Cuando Israel dejó de escuchar a Dios y de creer lo que le decía, cuando dejó de cumplir lo que le ordenaba, ¡Él dejó de hablarle por espacio de casi trescientos años, entre los dos Testamentos! ¡A Dios no le gusta hablar para oídos sordos, incrédulos o desobedientes! ¡Simplemente se calla!
Sin embargo, si buscas al Señor lo oirás, y Él te guiará. Él ha dicho: «¡Clama a Mí, y Yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces!» (Jer.33:3)

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