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jueves, 6 de enero de 2011

27 de febrero


¡Deja que se preocupe el Señor!

Las dos causas principales de temor y preocupación son el pasado y el futuro: los remordimientos del pasado y el miedo al futuro; ¡y la Palabra de Dios nos prohíbe preocuparnos por cualquiera de las dos cosas! Si has recibido a Jesús, eres hijo de Dios, y no hay nada por lo que debas preocuparte.
La preocupación es una señal de temor, y si tienes temor, es que no tienes fe. «El temor lleva en sí castigo» (1Juan 4:18), y la ausencia de fe puede ser a veces algo terrible y espantoso. Pero la fe en Dios, la confianza en Él, produce una sensación de reposo físico, paz interior, alegría de corazón y bienestar espiritual. Es la fe lo que evita las preocupaciones. Es la fe lo que aleja el temor. Jesús dijo: «No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en Mí» (Jn.14:1). ¡El principio de la fe es el fin de la preocupación! ¡Cuando confías en el Señor, sabes que Él se encargará de ti y que no tienes por qué preocuparte!
«¡No nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio!» (2Tim.1:7) ¡Por eso, encomienda tus caminos, tu vida, tu mente, tus pensamientos y tu tiempo, todo, al Señor! «¡Echa sobre el Señor tu carga y Él te sustentará!» (Sal.55:22) ¡Sus hombros son suficientemente amplios para llevar cualquier peso!

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