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lunes, 20 de junio de 2011

29 de agosto: ¡Toda época de pruebas y dificultades, toda época de sufrimiento, es también época de decisiones!

El sufrimiento es un catalizador: es el tiempo que pasas en el tubo de ensayo para que se vea si ya tienes la gracia necesaria para soportar algo por fe, o si ello te hace acudir a la gracia y buscar al Señor.
El sufrimiento siempre logra una de estas tres cosas: purifica, humilla y limpia a los que somos salvos y nos acerca aún más a Dios; o hace que algunos de los que no son salvos acudan a Dios, llevándolos al arrepentimiento y la Salvación cuando claman al Señor en medio de su sufrimiento; o por último, hace que algunos maldigan aún más a Dios y merezcan Sus juicios con mayor razón.
El Señor permite que el Enemigo pruebe a las personas; a menudo el Diablo las hace sufrir con la esperanza de que culpen a Dios de todo y se vuelvan contra Él (Job 1:6-12). El Enemigo levanta su dedo acusador ante el amor de Dios, deseando que «maldigan a Dios y mueran», como le aconsejó a Job su mujer. Pero el Señor quiere que soporten todo con fe y que confíen en Él a pesar de todo, diciendo, como Job: «¡Aunque Él me matare, en Él esperaré!» (Job 13:15) ¡Señor, haz que nuestras penas y sufrimientos nos mejoren, en lugar de volvernos resentidos! ¡En el nombre de Jesús, amén!

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