¿Sabes por
qué un árbol es perfecto? ¡Porque se limita a obedecer al Señor! Crece sólo
para Su gloria y según Su voluntad, y produce exactamente lo que se le ha ordenado.
Da frutos y flores; es fuerte y bello, cumple su misión en la vida. ¡Jamás se
rebela; se somete y cede, se doblega e inclina ante la Voluntad de Dios!
¡Sonríe todo el día y alza sus frondosos brazos en alabanza al Señor!
"Bienaventurado el varón cuyo deleite es
la ley del Señor. ¡Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da
su fruto en su tiempo y su hoja no cae, y todo lo que hace prosperará!"
(Sal.1:1-3)
Ayúdanos, Señor, a ser como los árboles,
plantados con firmeza en tu Suelo, alimentados con el agua de tu Palabra y
abonados con el alimento de Tu propio cuerpo. Señor, Tú eres como la Tierra en
la que crecemos, sobre la que nos erguimos, de la que dependemos y sin la cual
no podríamos existir. Ayúdanos a ser fuertes y fieles, como árboles que crecen
para Tu gloria, fructíferos y útiles, obedientes y llevando a cabo la misión
que nos encomendaste: crecer, dar fruto para Tu gloria y ser una bendición para
los demás. ¡Gloria a Ti, Jesús!
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