En cualquier ejército del hombre uno tiene que
tener fe y confianza en los superiores, y estricta lealtad y obediencia a los
mismos, si quiere evitarse problemas. ¡Estamos en este Ejército para obedecer a
Dios y a Sus dirigentes y para hacer lo que El nos mande, y tenemos que
aprender a aceptar indicaciones y a respetar la autoridad! El Señor, en parte,
ha permitido la existencia de los militares de este mundo como un ejemplo
físico y humano de lo que El espera de Su Ejército: ¡Lealtad total y absoluta!
¡Obediencia y fidelidad total, absoluta e incondicional! ¡Nuestra primera
reacción instantánea debe ser siempre obedecer a Dios y a nuestros superiores
sin vacilar!
¡Para obedecer a tus superiores necesitas fe!
¡Tienes que creer que ellos saben lo que hacen, aunque no lo entiendas! En
épocas de paz queda más tiempo para prácticas, explicaciones y hasta
sugerencias desde las filas; ¡pero en tiempo de guerra el general no siempre
tiene tiempo para explicaciones, y hay veces en que se debe seguir al jefe de
improviso, ciegamente y por fe! ¡Este acertado o no, si es tu jefe, tu posición
es simplemente obedecer!
"¡No te corresponde replicar, no te
corresponde razones preguntar; a ti te corresponde obedecer sin vacilar!"
¡Amén!
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