A veces Dios tiene que destrozarnos, o
destrozar lo que creemos que somos o lo que creemos que debemos
ser, para poder hacer de nosotros lo que El quiere que seamos. Dios sólo
utiliza los que han sido humillados, quebrantados, derretidos, moldeados y
hechos de nuevo como vasijas desfiguradas y quebradas por las manos del
Alfarero, para hacerlas mejor. ¡Y esa es la historia de todos los que sirven de
algo para la Obra del Señor!
Sin embargo, algunos de nosotros queremos que
se nos use tal como somos. No queremos ser quebrados. Ese es uno de los cuadros
más trágicos de la vida; el del hombre que dice como "Invictus":
"¡Soy el Capitán de mi destino, el amo de mi alma! ¡Estoy caído, pero no
vencido!" El barro blando y dócil puede ser moldeado y convertido en una
hermosa vasija. Pero si se pone duro y quebradizo, se rompe y se deshace sin
remedio en manos del Alfarero.
Dios sólo usa a gente quebrantada.
"Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte
cuando fuere tiempo." (1Pe.5:6)
A veces decimos: "¿Por qué me has hecho
así?" ¡Pero lo que sucede es que, si tú se lo permites, El te volverá a
hacer!
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