¡Llevar
"fruto que permanezca" fue parte del llamado del Señor! ¡Quería que
ganásemos almas y que hiciéramos discípulos de todas las naciones que pudieran
seguir adelante sin nosotros, llegado el momento! ¡Para hacerlo no sólo debemos
salvarles, sino organizarlos y enseñarles a ser autosuficientes y a saber
protegerse por su cuenta después de que nos marchemos!
Las obras misioneras más duraderas del mundo
han continuado hasta en países cerrados al Evangelio, a cuyos nativos se les
enseñó a seguir adelante por su cuenta aun después de marcharse los misioneros!
¡Otros baluartes del cristianismo, en cambio, fueron desapareciendo poco
después de marcharse los misioneros, por falta de liderazgo nativo fuerte!
Si tu servicio al Señor terminara hoy mismo,
¿cuánto fruto permanente dejarías? ¿Qué beneficio habrían rendido tus años de
servicio? ¿Le enseñaste a tus ovejas a madurar y a convertirse no sólo en
corderos, sino también en ovejas y carneros que puedan llevar fruto y seguir
adelante? ¿O has padecido tantas cosas en vano? (Gál.3:4)
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