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jueves, 23 de diciembre de 2010

27 de enero


¡Los ganadores nunca se rinden, y los que se rinden nunca ganan!

¡Cuando todo se pone difícil, más hay que pelear! Y si lo haces, ganarás, ¡y tendrás victorias mayores! ¡Cuando es fuerte la adversidad, los fuertes la enfren­tan sin vacilar! Como John Paul Jones: estaba en una batalla con su nave a punto de zozobrar, su tripulación diezmada y un brazo desgarrado, y cuando el enemigo le pregun­tó si estaba dispuesto a rendirse, respondió a voces: «¡No, maldita sea! ¡Ni siquie­ra hemos empezado a luchar!» ¡Y era verdad! ¡No había empezado; pero empezó! Y siguió luchando hasta ganar la batalla.
¡Tal vez ni siquiera hayas empezado a luchar contra nuestro viejo Enemigo! Quizás «no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado» (Heb.12:4), como hizo Jesús. Aunque le costó la vida, ¡sólo tres días más tarde resucitó triunfante de la tumba! ¡Los soldados que alcanzan la victoria son aquellos que no abandonan la lucha! Por tanto, «no os canséis de hacer el bien, porque a su tiempo segaréis, si no desmayáis» (Gál.6:9). «¡Sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo, a fin de agradar a Aquel que te tomó por soldado!» (2Tim.2:3) ¡Pelea la buena batalla, guarda la fe y acaba la carrera! ¡Y te estará guardada una corona! (1Tim.6:12; 2Tim.4:7,8)
¡Que Dios te ayude a ser fiel hasta el final! «¡Sé fiel hasta la muerte, y Yo te daré la corona de la vida!» (Ap.2:10)

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