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jueves, 23 de diciembre de 2010

28 de enero


Años de compartirlo todo, y uno por otro velar;¡una vida llena de amor no se puede comparar!

¡La vejez debería ser considerada como la mejor época de la vida! Si llenaste tus años de amor, viviste bien y lograste algo para el Señor, ¡es una época en que puedes ver el buen fruto de tus esfuerzos! ¡Y eso contribuye a que sea la mejor época de la vida!
Es verdaderamente lamentable ver cuántos conside­ran la ancianidad como una edad terrible, ¡cuando lo cierto es que cuanto más se envejece, mejor van las cosas! La vejez sólo se convierte en una decepción cuando vemos que han pasado los años y no nos han servido para acercarnos más a Dios. En ese caso es como andar en círculos; ¡moverse sin avanzar! ¡Pero Dios no nos regaló la vida con la intención de que la primera mitad fuera la mejor! Dios concluye todo lo que comienza (Sal.138:8). ¡Dios siempre termina lo que empieza! De manera que no temas a la vejez ni te rebeles contra ella; vive plenamente esa etapa de la vida y haz de ella algo hermoso.

«Pues la vejez las mismas oportunidades ofrece
que la juventud, sólo en apariencia diferentes.
¡Y al desva­necerse la luz del atardecer,
brillan las estrellas, que de día nadie ve!»

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