¡El dolor es
un toque del infierno, y la curación es un toque del cielo! La sanidad es un
ejemplo de la vida perdurable, de la renovación del cuerpo, de la cura de la
enfermedad. ¡Es un toque de resurrección!
Al experimentar la Salvación, probamos cómo
van a ser la Salvación eterna y el cielo. Nosotros "hemos gustado del don
celestial y de los poderes del siglo venidero" según dice la Palabra
(Heb.6:4-5) De igual modo, cuando somos sanados, tenemos una pequeña muestra de
lo que Dios hará un día de estos. ¡Aún no hemos alcanzado la Resurrección
total, pero de vez en cuando recibimos un ligero toque de ella! Ya
tenemos Su poder curativo manifestado en nuestros cuerpos mediante la sanidad
del Señor, pero en realidad no estará completo hasta que hayamos recibido
nuestros cuerpos eternos, sobrenaturales e indestructibles, ¡sobre los cuales
la muerte ya no tendrá poder ni derecho alguno!
¡Un día de estos, cuando Jesús nos cure
definitivamente de nuestros viejos cuerpos, recibiremos cuerpos nuevos,
mejores que los antiguos! ¡Y esa es la mejor curación que hay! ¡Al morir,
alcanzamos la curación total! ¡Entonces ya no tendremos más enfermedades,
malestares ni dolores! ¡Esa es la curación permanente, la resurrección final!
¡Aleluya!
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