¡Todo reino
y toda nación tiene que tener peones! ¡Ellos son la fundación, son los
cimientos, las raíces! ¿Qué sería del reino sin todos ellos? ¡No menosprecies a
los peones! ¡En nuestro reino, peón y campesino deberían ser títulos
importantes para la gente!
A los dulces y humildes, a los que pasan
inadvertidos, casi nunca se les reconoce ningún mérito ni se les dan
recompensas en esta vida, salvo la satisfacción de saber que con su trabajo
están haciendo posible que otros ministren. ¡Pero sin esos pequeños don nadies,
los grandes personajes no serían nadie!
Y cuando llegue el día de las recompensas veremos
que algunas de las personas que pasaron inadvertidas y que nunca siquiera
vimos, recibirán las mayores coronas, porque fueron gente humilde que siempre
estuvo tras bastidores, casi invisibles y desconocidos, haciendo las tareas más
humildes para hacerles posible los ministerios a otros. ¡Entonces el mundo al
fin sabrá que los más pequeñitos, los más mansos, tranquilos, humildes y
abnegados don nadies, son verdaderos personajes a los ojos de Dios! ¡Los que
hacen que este Reino siga adelante son los que pasan inadvertidos!
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